Los fisioterapeutas alertan que hacerse crujir los dedos u otras articulaciones es perjudicial, dado que esta acción provoca que se desgasten innecesariamente tanto la propia articulación como los ligamentos o tendones que lo rodean. Recientemente, además, científicos de la Universidad de California han utilizado máquinas de ultrasonidos para determinar qué pasa exactamente cuando nos hacemos crujir las articulaciones y han llegado a la siguiente conclusión: “el que permiten ver los ultrasonidos es un flash brillante, como si hubiera fuegos artificiales explotando a la articulación”, según ha publicado el diario The Washington Post citando el radiólogo Robert D. Boutin de la Universidad de California.
En este sentido, los fisioterapeutas explican que las articulaciones están rodeadas por una cápsula sinovial con líquido y cierta cantidad de gases (como son oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono) que tienen como principal función la lubricación de las articulaciones con el objetivo que los huesos no se desgasten.
Cuando nos hacemos crujir los dedos, el que basura es colocar la articulación en una posición que hace que el espacio entre los huesos aumente y que también lo haga el volumen de la cápsula sinovial. De este modo, se crea una zona de baja presión que provoca que los gases salgan del líquido sinovial en forma de burbujas que explotan y que son las que generan el sonido tan característico de hacerse estallar los dedos.
Es por eso que los fisioterapeutas advierten que “crujir los dedos no es bueno porque, al hacerlo, movilizamos una articulación que ya tiene más movimiento del que tendría que tener y aumentamos su desequilibrio. Al fomentar este desequilibrio, cada vez tenemos una mayor necesidad de hacernos estallar las articulaciones. Y a pesar de que a corto plazo podamos notar cierta liberación, a largo plazo se nos genera un desgaste en la articulación y en el resto de estructuras que lo rodean”. Otra cosa es si esta manipulación (hacerse estallar la articulación) lo ejecuta un profesional cualificado, mirando de aumentar la movilidad de la zona rígida con el objetivo de equilibrar las zonas con más y menos movimiento; entonces es positivo.
También incide en el hecho que, a veces, nuestra constitución corporal favorece la aparición de los crujidos articulares. Todo ello, puede ser valorado por un profesional sanitario, que revise nuestra alineación corporal para determinar si se trata de una cuestión de desequilibrio articular o muscular.
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