Entre otras técnicas, los fisioterapeutas utilizan programas de ejercicio terapéutico con sus pacientes para el abordaje de diferentes patologías, la preparación o recuperación de cirugías, etc. Estos programas están enfocados a la tonificación de la musculatura, el movimiento de las articulaciones, la disminución del dolor y la mejora de la capacidad funcional de la vida diaria. Diez claves para mejorar la adherencia.
Pero, en ocasiones, la falta de adherencia del paciente al tratamiento (su escaso grado de cumplimiento) puede suponer que no se alcancen los objetivos previstos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado la falta de adherencia como un “problema mundial de gran magnitud”; diversos estudios estiman que la tasa de adherencia en los países desarrollados se sitúa en el 50%.
Esto puede tener consecuencias en la salud de las personas, llegando a provocar en los casos más severos un aumento de la mortalidad o morbilidad de los pacientes que no cumplen los tratamientos, recaídas y hospitalizaciones, etc. Y también tiene repercusiones económicas al incrementar gastos en el sistema sanitario.
Recomendaciones para mejorar la adherencia
Diez claves dirigidas a las personas que tienen que realizar un programa de ejercicio terapéutico prescrito por su fisioterapeuta, para ayudarles a mantener la constancia y hacer más sencillo que completen el tratamiento.
1) Comprender por qué se hace un programa de ejercicios.
Entender qué objetivo tiene cada uno de los ejercicios del programa ayuda a realizarlos. El fisioterapeuta lo explicará en las primeras sesiones, pero es importante consultar de nuevo si no se ha entendido bien.
2) Sentirse seguro y competente.
Es importante que el paciente se asegure de que está haciendo correctamente todos los ejercicios del programa y que puede realizar cada uno de ellos sin problemas. El fisioterapeuta le orientará durante las sesiones, para que luego pueda ejecutarlos fuera de la consulta.
Y si hay algún ejercicio específico que no se puede realizar, el fisioterapeuta encontrará una forma diferente de obtener el mismo resultado.
3) Ser realista.
Hay que ser honesto con la cantidad de tiempo y energía que se puede dedicar a los ejercicios y cómo encajan en la rutina de cada persona, explicándoselo al fisioterapeuta. Plantearse objetivos poco realistas conducirán a la frustración y al fracaso.
4) Convertir los ejercicios en una rutina.
Resulta aconsejable elegir un lugar en donde siempre se realice el programa (el propio domicilio, por ejemplo). A la vez, hacer los ejercicios a la misma hora todos los días ayudará a desarrollar el hábito y encajar el programa dentro en una rutina. También es útil averiguar cuándo se tiene más tiempo o mejor estado de ánimo para realizar los ejercicios, que en ocasiones se pueden compatibilizar con otras tareas (mientras se ve la televisión, se prepara el café…).
5) Aprovechar la tecnología para recordar y registrar.
Usar el teléfono móvil o el ordenador para configurar recordatorios de calendario diarios para los ejercicios y crear un diario de actividad o establecer alarmas cuando los ejercicios se realicen varias veces al día son también buenas ideas. Así es posible saber cómo se va cumpliendo con el programa, e incluso añadir el estado de ánimo antes y después de realizarlo. Eso ayudará a identificar cuándo es el mejor momento, crear un mejor hábito, mantenerse motivado y realizar un seguimiento del progreso continuo.
También hay diferentes aplicaciones en internet con el mismo propósito de incrementar la adherencia a los programas de ejercicio terapéutico.
El paciente podrá compartir este registro con su fisioterapeuta, quien irá modificando el programa según las necesidades.
6) Mantener el equipamiento accesible.
Si se van a necesitar, por ejemplo, mancuernas, bandas de resistencia, rodillos o colchoneta, mejor tenerlo todo a la vista y ordenado. Servirá como recordatorio. Si es necesario utilizar algún equipo que esté disponible fuera del domicilio o del lugar de trabajo, debe ser fácil pasar por allí en las rutas diarias.
7) Clasificar los ejercicios del programa.
Identificar los ejercicios clave con el fisioterapeuta de modo que, si se dispone de poco tiempo, puedan hacerse estos siempre primero.
Si no se pueden realizar todos los ejercicios a la vez, es posible dividir la rutina de ejercicios en tres series rápidas realizadas a lo largo del día.
8) Hacer que otros ayuden.
Las personas de alrededor pueden colaborar, preguntando, recordando o incluso acompañando durante el programa de ejercicios.
9) Recompensarse a uno mismo.
El refuerzo positivo estimula al paciente. Tras el programa de ejercicios, los días que resulte posible, es interesante realizar una actividad placentera y reconfortante (darse un baño relajante, etc.).
10) Comunicación con el fisioterapeuta.
Saber si el paciente está al día con los ejercicios o no es fundamental en el análisis de progreso. Esa información se utiliza para realizar los cambios de programa que ayuden a mejorar la calidad de vida del paciente.