El fisioterapeuta es clave en la vida del deportista, aunque nos acordamos de él cuando surge una lesión. Su terapia soluciona y previene lesiones, prepara el cuerpo y le devuelve su normalidad. Estos son sólo algunos motivos para visitarlo periódicamente, pero todavía hay más.
A todos nos gusta recibir un masaje. Aporta bienestar tanto mental como físico que hace que nos sintamos renovados cuando salimos de una sesión. Las antiguas civilizaciones como Grecia o Egipto ya usaban el masaje como método terapéutico, ya que es la mejor herramienta para mantener el cuerpo a tono (después del ejercicio, claro). Los beneficios del masaje son muchos: permitirnos realizar actividades de forma mucho más efectiva, recuperarnos más rápidamente de la fatiga y disminuir la probabilidad de lesiones. Hay muchos tipos de masaje: sueco, tailandés, shiat-su… En este artículo, nos centraremos en el masaje deportivo.
Alguna vez hemos padecido dolores por varios motivos, ya sea nervios, malas posturas, más actividad de la cuenta… Estos factores tan comunes en la vida provocan tensiones en la musculatura, que se agudizan hasta acabar traduciéndose en las famosas contracturas. Cuando aparecen, empiezan doliendo en los movimientos y si no les hacemos caso, el dolor incrementa y nos limita poco a poco el movimiento. Llegados a este punto, decidimos actuar. Generalmente, entran en juego las pastillas, especialmente el Ibuprofeno. Pero ésta no es la mejor medida, ni mucho menos. No es necesario llegar a este punto; recibiendo masajes periódicamente podemos evitar este drama.
Los beneficios de un masaje
El masaje del fisio tiene muchos beneficios, tanto físicos como psíquicos. A saber:
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Regeneración y recuperación de los tejidos. Las molestias que sentimos en la musculatura, especialmente tras realizar ejercicio intenso, se deben a la acumulación de las sustancias de deshecho que liberan nuestras células. Dichas sustancias causan dolor, aumentan la rigidez e incluso provocan espasmos musculares. Gracias al masaje, se acelera su eliminación, a la vez que aumentamos la concentración de sangre en la zona, con un mayor aporte de oxígeno, acelerando la recuperación de los tejidos.
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Mejora de la circulación sanguínea y linfática. El masaje puede llegar a mejorar la calidad de la sangre, ya que ayuda a aumentar el número de glóbulos rojos y blancos en sangre. Además, refuerza nuestro sistema inmune, porque al estimular el sistema linfático ayuda a producir glóbulos blancos.
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Reducción del estrés general. Calma la ansiedad y la depresión, mejora el humor, creando un estado de bienestar. Es una herramienta terapéutica muy efectiva para recuperar una imagen positiva de nosotros mismos. El masaje aumenta la liberación de endorfinas, opiáceo natural del organismo que ayuda a combatir el dolor y aporta sensación de bienestar. Con el masaje se libera también serotonina, neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el sueño y el hambre. También aumenta la secreción de dopamina, que regula la motivación, el deseo y juega un papel muy importante en el aprendizaje y la atención.
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Aumento de la elasticidad muscular. Los masajes del fisio hacen que el tejido muscular sea más elástico y gracias a esto se reduzca la probabilidad de padecer lesiones. Recibir un masaje contribuye a mantener un tono correcto de la musculatura, ya que disminuye las rigideces, adherencias e hipertono, entre otros.
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