Cuándo aplicar frío o calor ante una lesión

Numerosas personas que han comenzado a practicar running recientemente no están seguras sobre la conveniencia de usar frío o calor en caso de sufrir una lesión. En primer lugar, es importante entender que el frío provoca vasoconstricción y el calor vasodilatación, teniendo así efectos opuestos. Por lo general, se manejan por separado en los tratamientos, aunque hay situaciones en las que se pueden usar en combinación, como es el caso de los baños de contraste.

Por eso proponemos este décalogo.

Frío

  1. – Cuándo utilizarlo. Se sugiere aplicar frío durante los primeros dos o tres días tras sufrir lesiones agudas, especialmente si hay una inflamación notable, en casos de desgarro muscular, golpes, contusiones, torceduras, esguinces, luxaciones, fracturas o tendinitis.

En todas estas circunstancias, el objetivo es mitigar el dolor agudo y la inflamación, que pueden ejercer presión excesiva en los tejidos, limitar el movimiento, intensificar el dolor y afectar negativamente la función muscular.

  1. – Efectos del frío. La aplicación de frío reduce el diámetro de los capilares en la zona afectada, disminuyendo el flujo sanguíneo, la frecuencia cardíaca y el metabolismo. Esto produce un efecto tanto analgésico como antiinflamatorio.

Además, se observa una reducción en la contractibilidad de los músculos, lo que significa que se producen menos espasmos y calambres, que son también causantes de dolor.

  1. – Moderación en su uso. El frío actúa como un anestésico en la piel al modificar la sensibilidad en la zona tratada, pero también puede ocasionar quemaduras. El tiempo recomendado para su aplicación como tratamiento antiinflamatorio es entre ocho y diez minutos como máximo, de dos a cuatro veces al día.
  2. – Métodos de aplicación. Resultan útiles las bolsas de criogel, así como las cremas y geles fríos, que se adaptan bien a la zona afectada. También se puede optar por un baño con agua y hielo o una bolsa de hielo triturado, siempre envuelta en un paño para evitar quemaduras.

Sin embargo, las investigaciones más recientes indican que la inflamación, al igual que la fiebre, es una respuesta natural del cuerpo para abordar el trauma.

En situaciones donde la inflamación no es excesiva, como en lesiones musculares y contusiones, y siempre que un profesional de la salud supervise la hinchazón, podría considerarse prescindir de la aplicación de frío y de antiinflamatorios, permitiendo que el organismo lleve a cabo su proceso de autocuración, limitándose a gestionar la inflamación.

Calor

  1. – Cuándo utilizarlo. El calor se aplica cuando se busca aumentar la temperatura corporal y mejorar la circulación sanguínea. Esto es común en problemas musculares que se mantienen durante un periodo prolongado, como agujetas, fatiga o enfermedades crónicas. Es recomendable para el tratamiento de sobrecargas, lesiones por esfuerzo, malas posturas sostenidas y rigidez, así como para preparar los tejidos antes de realizar entrenamientos o ejercicios físicos, con el fin de prevenir lesiones potenciales.
  2. – Efectos del calor. La aplicación de calor provoca un aumento en el flujo sanguíneo debido a la dilatación de los capilares en la zona afectada, lo que significa que su diámetro se incrementa. Esto resulta en una reducción tanto de la rigidez muscular como del dolor, ya que se produce un efecto calmante al facilitar la relajación y disminuir la fatiga en los músculos. A su vez, eleva la temperatura corporal y mejora la elasticidad de los tejidos.

Por lo tanto, el calor se utiliza en lesiones que ya no presentan un estado agudo, que carecen de inflamación y que han transcurrido al menos 72 horas desde su ocurrencia.

  1. – Método de aplicación. El tipo de sistema de aplicación de calor debe ajustarse a la zona afectada.

Para tratar áreas superficiales, comúnmente se utilizan mantas eléctricas, sacos de semillas, fangos, compresas con agua caliente, así como cremas y geles térmicos.

En situaciones de lesiones más graves o persistentes, los profesionales de la salud pueden hacer uso de dispositivos de termoterapia profunda, como la onda corta, microondas o hipertermia.

  1. – Moderación en el uso. La duración del tratamiento térmico puede variar según la lesión o patología, pero generalmente oscila entre quince y veinte minutos, de una a tres veces al día. Es fundamental observar la piel para prevenir quemaduras, asegurándose de que el paciente sienta un calor intenso pero placentero.

Combinación de temperaturas

A menudo, es muy ventajoso alternar el frío y el calor en el tratamiento de ciertas lesiones, como se hace en los baños de contraste, ya que esta variación de temperatura actúa como un micromasaje para los vasos sanguíneos, facilitando su dilatación y compresión.

  1. – Momento de la aplicación. Es recomendable aplicar calor cuando se necesite estimular la circulación, como después de un periodo de inmovilización, tras cirugías, en casos con problemas circulatorios o después de esfuerzos deportivos, especialmente en las extremidades inferiores.
  2. – Moderación en el uso. Los baños de contraste implican sumergir el cuerpo en agua caliente durante tres o cuatro minutos, asegurándose de que no esté a temperaturas extremas, seguido por un minuto en agua fría, que no debe estar helada. Este procedimiento se repetirá de cuatro a cinco veces, finalizando siempre con agua fría.

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