Aprendemos a caminar de manera natural desde la infancia hasta que consigamos un estilo propio. El Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña ha elaborado un vídeo-consejo con recomendaciones para caminar correctamente. Como centro de fisioterapia colegiado y de referencia en Sant Cugat del Vallès queremos compartir estos consejos para mejorar los hábitos de nuestros pacientes.
Las fases normales del desarrollo son:
8 meses: el niño se mantiene en pie unos instantes le damos la mano
10 meses: Se coloca espontáneamente de pie si puede apoyarse en algún objeto
12 meses: Empieza a caminar con cierta ayuda.
De 14 a 15 meses: Empieza a caminar solo
En los niños la marcha presenta características diferentes a las de un adulto. Los niños caminan con toda la planta del pie en vez de hacerlo con el talón, hacen los pasos más cortos y rápidos, y con menor flexión de las rodillas.
Cuando llegamos a la edad adulta la marcha se modifica, hasta llegar a un patrón característico en cada persona, pero a la vez presenta muchas similitudes entre todos los humanos y que se divide en dos fases: fase de apoyo y fase de oscilación .
En la marcha también intervienen la rotación y la inclinación de la pelvis, la flexión de la rodilla, la base de sustentación, El mayor o menor desplazamiento respecto al centro de gravedad, y la rotación de la cintura.
La marcha en los ancianos presenta características similares a la de los niños: disminución de la longitud del paso, mayor ancho de apoyo, menor flexión de cadera y rodillas,
Caminar también fortalece los músculos de la cadera, los muslos y las piernas; regula la presión sanguínea; disminuye el peligro de infarto; mejora la actividad cardíaca; ayuda a reducir el estrés, y es todo un apoyo para la regeneración ósea, ya que el calcio de los alimentos se aprovecha más si se activan los huesos regularmente.
Sin embargo, la marcha de una persona puede verse afectada por diversas patologías, lo que puede originar modificaciones en el patrón normal. Esto puede obedecer a varias causas como, por ejemplo, una discrepancia de la longitud de los miembros inferiores, una limitación del rango articular (es decir, cuando la articulación no se puede mover todo lo que debería hacerlo) o una inestabilidad articular que puede llegar a imposibilitar la marcha, entre otros. Cuando esto ocurre, hay que consultar a los profesionales, dado que la fisioterapia es una herramienta que resuelve y reduce los trastornos de la marcha a corto y largo plazo, así como el riesgo de caídas y otras lesiones asociadas.